viernes, 9 de enero de 2015

AMOR Y OTRAS DROGAS

-Soy un capullo, ¿vale? Sé bien que soy un auténtico capullo porque,… porque… yo nunca, yo nunca me he preocupado por nadie, ni por nada, esa es la verdad. Y todo el mundo más o menos lo aceptaba. Decían “bueno, Jamie es así.” Y llegas tú, joder, tú, tú… tú no me veías de ese modo. Nunca había conocido a nadie que de verdad pensara que yo valía la pena, hasta que te conocí a ti, y tú lograste que yo también me lo creyera, así que, por desgracia, te necesito, y tú me necesitas a mí.

+No, yo no.


-Sí, tu sí.


+No, yo no.


-Sí, tú sí.


+Cállate, por favor.


-Necesitas a alguien que te cuide.


+No, yo no.


-Todo el mundo lo necesita.


+Yo voy a necesitarte más que tú a mí.


-¿Y qué?


+No es justo, eso no es justo. Quería ir a tantos sitios…


-Y vas a ir, aunque quizá tenga que llevarte yo.


+No puedo pedirte que hagas eso.


-No lo has hecho. 
Imaginemos que en algún universo alternativo hay una pareja como nosotros, ¿vale? Salvo que ella está sana y él es perfecto y todo su mundo gira en torno al dinero que van a gastarse en las vacaciones, o quien está ese día de mal humor o si se sienten culpables por tener criada. Yo no quiero ser esa pareja, nos quiero a nosotros, a ti, esto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario